Todo se viste de alegres colores, los árboles y plantas muestran con orgullo sus nuevos vástagos que crecen con premura y alcanzan su madurez en apenas unas semanas, a veces tan sólo días, y el ciclo de la vida se repite una y otra vez en cada rincón de la foresta.
Pero después de la primavera llega el verano y también éste es recibido con fiesta y alegría. Aunque debido al calor todo parece ralentizarse no es así, nada más lejos de la realidad, en los bosques nunca se descansa ni se detiene el ritmo, tan sólo cambia sus horarios para acomodarse a las altas temperaturas, por eso la mayor actividad se lleva a cabo al caer la tarde cuando las ardientes lanzas del sol pierden fuerza y atenúan su intensidad.
Pero si hay un día especial, sobretodo para nuestros mágicos amigos del bosque de Noldor y de cualquier otro bosque de las mismas características, ese día no es otro que San Juan, aunque hablando con propiedad deberíamos decir la noche de San Juan que es realmente cuando estas especiales criaturas viven su momento más álgido.
Como es bien sabido San Juan coincide con el solsticio de verano, la noche más corta del año, noche mágica donde las haya, muchas son las leyendas que se cuentan sobre tan cabalística fecha, ciertas o no, depende de la fe de cada cual, pero lo que sí es cierto es que es una noche muy especial para las hadas, podría decirse que es su noche, su momento de máxima libertad, nada ni nadie las sujeta en esa fecha, es una noche para las escapadas, para cumplir deseos, para hacer travesuras, buenas o malas, desde que se pone el sol hasta que vuelve a salir, bailando según cuenta la tradición, las invisibles puertas del "otro lado" permanecen abiertas para que las criaturas de la noche salgan y correteen a su antojo, todos cuantos están sujetos a encantamiento o maldición se ven libres de ellos por unas horas, y es durante esas horas cuando sus seres queridos tienen la ocasión de verlos o liberarlos para siempre de su condena si han sido capaces de encontrar el hechizo adecuado, de lo contrario con los primeros rayos del nuevo día volverán a su prisión hasta el siguiente año.
Noche de reencuentros, de ritos, de travesuras, de conjuros y embrujos y de fuego.
Las hogueras brillan por doquier y en ellas se queman toda clase de cosas, buenas y malas, los deseos se mezclan con los ensalmos y los duendecillos bailan a su alrededor libres por unas horas de normas ni reglamentos
Pero no sólo las hadas y los duendes tiene libertad absoluta esa noche, también las criaturas más esquivas y malvadas tienen vía libre para llevar a cabo cuantas fechorías se les ocurran, desde las mas simples travesuras hasta las trastadas más elaboradas, de manera que conviene estar alerta y no bajar nunca la guardia para no ser sorprendidos por alguno de ellos.
En Noldor ya tenían preparadas grandes pilas de leños para encender diversas hogueras, una de las cuales estaba preparada muy cerca de la casa de Nicodemus.
En tan señalada noche era frecuente que se reunieran allí una gran cantidad de pequeños duendes y hadas atraídos por las fantásticas historias con las que el gnomo solía obsequiarles, sin olvidar el fabuloso granizado de menta y las galletas de avellana y chocolate que preparaba para recibir a sus invitados como debe hacer un buen anfitrión.
El sol ya hacía rato que había empezado a descender en el horizonte y la tarde se había vestido de tonos anaranjados y dorados proporcionando a las hojas un tono áureo y brillante.
Muy pronto los pequeños hicieron acto de aparición, primero fueron dos o tres que venían charlando animadamente por el camino, luego un grupito más numeroso de cinco o seis y el resto se les unieron todos juntos, en total debían ser unos quince, ruidosos, alegres, inquietos y sobretodo comilones.
Por la ventana de la cocina de Nicodemus salia un apetecible aroma de galletas recién horneadas que hacía la boca agua y los ruidos que podían oírse daban fe de que el gnomo andaba atareado preparando el tentempié para sus amiguitos.
_¡Hola Nicodemus, ya estamos aquí! _ Gritó Caulo.
El gnomo se asomó a la ventana y con una gran sonrisa los saludó:
_ ¡Hola a todos! ¡Caray, habéis venido muchos! ¡Estupendo porqué he hecho muchas galletas! Sentaos, enseguida estaré con vosotros.
Los pequeños se sentaron sin dejar de hablar y reír, era algo que iba implícito en su naturaleza, estarse quietos y en silencio no eran precisamente atributos de un duende.
_¡Escuchad!_ dijo Lila de pronto_ ¿No os ha parecido oír una voz diferente a la de Nicodemus?
_Yo no he oído nada_ respondió Prímula.
_Pero eso es porqué no dejas de hablar ni un instante y no puedes oír otra cosa que no sea a ti misma_ Replicó Betulus.
El Hadita frunció la boca y le sacó la lengua y el duende hizo lo mismo.
_ A mí también me ha parecido oír que Nicodemus hablaba con alguien_ Añadió Diandra_ Me atrevería a decir que era una voz de mujer.
_ ¿De mujer?_ Preguntaron unos cuantos a la vez ,de cada vez empezaban a sentir más curiosidad y empezaron a elucubrar y hacer conjeturas.
_ Será una amiga que ha venido a pasar San Juan aquí.
_ A lo mejor es una pariente de paso.
_ O una de nuestras hadas instructoras.
En esas estaban cuando Nicodemus hizo su aparición portando una inmensa palangana de galletas aún humeantes que colocó sobre la mesa que tenía dispuesta al tiempo que invitaba a los pequeños a sentarse alrededor de la misma.
_¡Bienvenidos todos a esta velada de San Juan!, supongo que tenéis apetito así que espero que deis buena cuenta de todo lo que he preparado.
Los pequeños no se hicieron de rogar y atacaron la fuente con ganas, mientras Nicodemus fue a buscar el resto de cosas que había preparado, además de otra fuente de galletas había una tarta de zanahoria y cacahuetes y otra de manzanas y arándanos, granizados de menta, almendra y de mora y también té de bayas silvestres helado.
Los pequeños recibían cada nueva vianda con aplausos y le hacían los honores sin demasiados recatos ni contemplaciones, el gnomo reía de buena gana ante la voracidad de sus invitados, feliz y satisfecho.
Durante un buen rato a nadie pareció importarle otra cosa que no fuera comer y beber, bueno y reírse de cualquier cosa, costumbre natural en los duendes.
Cuando ya todos parecieron sentirse saciados la calma reinó por unos instantes, momento que Lila aprovechó para recuperar su tema inicial de conversación aunque ahora se dirigió directamente a Nicodemus:
_ Oye Nicodemus, antes nos ha parecido oír que hablabas con alguien dentro de tu casa, ¿tienes algún invitado más aparte de nosotros?
El gnomo no pareció molestarse, al contrario su sonrisa se hizo más amplia y respondió con agrado:
_ ¡Vaya, ya veo que no se os escapa nada! pensaba daros una pequeña sorpresa, pero os habéis adelantado.
_ ¿¡Una sorpresa!?_ Gritaron todos entusiasmados.
El gnomo asintió con la cabeza.
_ Veréis, una buena amiga mía ha venido a visitarme, hacía mucho tiempo que no nos veíamos y me ha alegrado mucho verla, es alguien a quién apreció mucho y ahora nos necesita, estoy seguro que podremos ayudarla, si a vosotros os parece bien.
Los pequeños le miraron fijamente sorprendidos por aquellas palabras.
_ ¿Ayudarla? ¿Nosotros? _ Preguntó Caulo más bien incrédulo_ No se me ocurre como pero si tú dices que podemos será así.
Nicodemus rió con ganas ante la seriedad del pequeño y contestó:
_ Bueno, vamos a dejar que ella os cuente su historia y luego veremos si podemos o no ayudarla.
Entró en la casa y al cabo de unos instantes regresó acompañado de un hada, era una de las mas hermosas criaturas que los pequeños habían visto nunca y sus rostros expresaron sin palabras la impresión que les había causado semejante aparición.
_ ¡Hala que guapa!_ Apenas pudo dejar escapar Prímula-.
_ ¡Preciosa!_ Exclamó Caulo.
_ ¡Una diosa!_ Susurro Betulus.
Tanto el hada como el gnomo no pudieron menos que reír ante aquellas espontaneas manifestaciones de admiración por parte de los duendecillos.
_ Amigos esta es Ankale una querida y buena amiga que desea pediros algo muy especial.
La hermosa figura se movía con suavidad etérea, con una total armonía en sus movimientos, medidos y acompasados, con gracia y naturalidad, y al andar dejaba tras de sí un estela leve, difuminada, plateada, que permanecía unos instantes en el aire y luego se desvanecía con la misma suavidad.
Sus rubios cabellos flotaban alrededor de su cuerpo como un aura dorada, sus manos eran delicadas de dedos largos y finos, las movía con delicadeza mientras hablaba y de la punta de sus dedos surgían pequeñas chispas plateadas que caían dulcemente al suelo donde desaparecían, sus pies apenas parecían rozar el suelo cuando caminaba y no dejaban rastro alguno tras de sí.
Y su voz, su voz era música para los oídos, cadenciosa, dulce, y su entonación al hablar se convertía de inmediato en una melodía que hechizaba a cuantos la escuchaban.
_ Buenas noches a todos, como bien ha dicho mi buen amigo Nicodemus me llamo Ankale y quisiera explicaros mi historia, así podréis entender mi petición.
Mientras ella tomaba asiento Nicodemus encendió la hoguera, el sol casi había acabado de esconderse y las sombras de la noche empezaban a adueñarse de todos los rincones, desdibujando las formas conocidas transformándolas en bultos extraños y amenazadores.
Muy pronto las llamas, tímidas al principio, comenzaron a lamer los troncos apilados, y a medida que fueron cogiendo brío se hicieron altas y poderosas y su luz cálida y salvaje ahuyento la negrura manteniéndola a raya.
El gnomo se sentó a su lado y con una mirada la animó para que iniciara su relato.
Empezó a hablar en el mismo tono suave y susurrante y como por ensalmo su voz se alzó sin dificultad alguna por encima del chisporroteo de los troncos y de los mil ruidos que poblaban el bosque de manera que todos podían oírla perfectamente.
_ Vengo de un lugar muy lejano, un bosque tan hermoso como peligroso, no porqué sus habitantes sean malvados, sino porqué su magia es muy poderosa y en un exceso de ignorancia o desconocimiento puede llegar a hacer daño. Los habitantes de Taure Ingólea, pues ese es su nombre, son buena gente en su mayoría, si bien es verdad que contamos con algunos personajes peculiares y retorcidos, un tanto molestos y entrometidos pero inofensivos por sí solos en cualquier caso, la magia está presente en todas partes y cualquier extraño que pase por allí debe tener mucho cuidado, ciertamente no es fácil llegar a él si no se sabe como, su ubicación esta bien oculta por ensalmos y encantamientos y sólo conociendo el contra-hechizo se puede acceder a él.
Hizo una pequeña pausa y no pudo menos que sonreír al ver con que vehemencia y atención la escuchaban los pequeños, con los ojos a punto de salirse de las órbitas y las bocas abiertas de par en par, dando apenas crédito a lo que estaban escuchando.
_ No pretendo asustaros o que tengáis una visión equivocada de mi hogar, es un lugar precioso y soy muy feliz allí, bueno, podría serlo más si pudiera compartirlo con mi hermana.
El hada lanzó un suspiro melancólico antes de continuar, pausa que Prímula aprovechó para preguntar:
_ ¿Tienes una hermana?
_ Sí, una onóne.
_ ¿Una qué?_ Inquirió el hadita.
_ Una gemela.
_ ¡Anda como Caléndula y yo! también somos unas onones!_ Replicó muy contenta.
_ ¡Callate Prímula y no seas pelma!_ La recriminó su hermana.
Ankale la miró con ternura y con un gesto la llamó para que viniera a su lado y la sentó en su regazo, el hadita la miraba embelesada.
_ No la riñas, ¡Ojala yo pudiera estar con mi hermana siempre como estáis vosotras dos!
_ No te creas_ Explicó Prímula_ Caléndula es un incordio, nada de lo que hago le parece bien, siempre está seria y enfadada y me riñe por cualquier cosa, es como una vieja gruñona, de cada vez se parece más a Damajuana la jefa de las hadas instructoras, si tu hermana es como ella no te estás perdiendo nada, te lo digo yo.
Caléndula dio un bufido y opto por no replicar, sacudió la cabeza como hacía siempre que quería expresar que su hermana era una cabeza hueca y que no tenía remedio.
_ Eso lo hace porqué te quiere y quiere que seas un hada responsable y cuidadosa en tu trabajo, créeme, algún día lo entenderás.
Aquellas palabras agradaron a Caléndula, la cual se esponjó en su asiento y sonrió con aire de satisfacción.
_ Sí tú lo dices...
_ Bien como os iba diciendo Isilme y yo somos ónoni, ese es el término correcto para denominar a las hadas gemelas_ Esto último lo dijo mirando a Prímula quién tomó nota mentalmente para no volver a equivocarse al decirlo_ En nuestro bosque las hadas nacemos la noche de san Juan, según la hora y el lugar en que lo hacemos nuestro destino queda unido a una u otra obligación y a ella nos entregamos durante toda nuestra existencia.
_ ¿Y hay muchas...ónoni?_ Preguntó Prímula procurando decir la palabra correctamente.
_ Ciertamente no es algo muy frecuente, más bien es un regalo, algo muy especial que ocurre muy de tarde en tarde y sólo bajo ciertas circunstancias, si bien es un hecho recibido siempre con alegría y festejos. Lo habitual es que cuando nacen dos hadas sean exactamente iguales en apariencia y en general en todos los demás aspectos, pero el nuestro fue un caso muy distinto.
Tomó aire antes de continuar como si lo que tuviera que decir a continuación le costará un gran esfuerzo.
_ Cada una de nosotras "florece" dentro de una vaiya, en los casos de ónoni dicha vaiya se divide en dos en su interior y primero se abre una y al cabo de unos minutos la otra, este hecho es siempre motivo de alegría y celebración pues si un nacimiento es bien recibido uno doble lo es mucho más.
Pero nadie había tenido en cuenta que aquella noche se daba una circunstancia mucho menos habitual que el nacimiento de ónoni y mucho más peligrosa y de consecuencias imprevisibles: Había un eclipse de luna.
_ ¿Y eso es malo?_ Preguntó Caulo con extrañeza_ No lo sabía.
_ Nosotros tampoco, nunca antes se habían dado ambas circunstancias y no teníamos ni idea de lo que significaba y de lo que podía pasar.
Su mirada se entristeció un momento antes de continuar:
_Yo fui la primera en "florecer", faltaban unos minutos para la medianoche y la luna todavía permanecía oculta casi en su totalidad, Isilme "floreció" cinco minutos después de las doce y justo en el momento en que su vaiya se abrió el primer trozo de luna liberada dejó ir sus rayos y cayeron directamente sobre ella, no podíamos ni imaginar lo que eso significaba y lo que iba a suceder.
Apenas pude verla unos segundos pero puedo asegurar que era exactamente igual que yo, su piel blanca y fina como de porcelana, su cabello rubio como el sol, toda ella envuelta en un halo dorado y luminoso.
Tragó saliva como si le doliera al recordar:
_ Pero en el momento en que aquellos rayos lunares incidieron sobre ella se transformó por completo, su cabello se volvió negro como el azabache al igual que sus ropas, su piel adquirió un tono marmóreo y su halo se volvió plateado como la luna. Todos nos quedamos horrorizados sin entender muy bien que pasaba, nunca jamás se había visto cosa igual y ni los más longevos de nuestros mayores acertaban a dar con un explicación para aquella transformación tan radical.
Isilme se comportaba de manera normal y aparte de nuestro aspecto nuestras almas eran iguales, yo blanca como el día y ella negra como la noche, eso debió habernos dado alguna pista y habernos ayudado a entender pero no supimos verlo.
Suspiró profundamente antes de continuar.
_ Al cabo de unos minutos una figura hizo su aparición, nunca antes la habíamos visto, nadie sabía quien era ni lo que buscaba pero pronto nos lo hizo saber.
Era Isil la guardiana de la luna, aquella noche había sido ofendida y quería cobrarse la ofensa. De todos es sabido que la noche de san Juan esta dedicada al sol, celebramos el solsticio de verano, el día más largo, el triunfo del astro rey que da la vida, eso también supone que la noche de san Juan es la más corta del año, la noche en que la luna brilla menos horas en el cielo, el que aquella noche hubiera habido un eclipse había hecho que su ya de por sí breve reinado se hubiera acortado visiblemente cosa que la había enfurecido y deseaba una compensación ante aquel desprecio, ella era la reina de la noche y no consentiría aquella humillación. Por eso reclamaba para sí la primera criatura que sus rayos habían tocado aquella noche y esa no era otra que Isilme.
_ ¡Pero eso es terrible!_ Exclamó Prímula con horror llevándose las manos a la cara.
_ Ninguno de los allí presentes tenía conocimiento de un suceso igual en toda la historia de nuestro bosque y pasados los primeros momentos de estupefacción los más ancianos intentaron hablar y convenir un pacto. Isil les dijo que intercedería por ella pero no aseguraba que tuviera éxito en su mediación de modo que nos advirtió que con las primeras luces del alba Isilme debería irse con ella, dicho esto desapareció de nuevo.
Todos nos quedamos mudos y consternados pero al mismo tiempo alimentamos la esperanza de que Isil consiguiera algún tipo de trato con la enfurecida luna. Los más sabios de nuestro bosque empezaron a buscar y realizar cuantos ensalmos y hechizos creyeron que podrían ayudar a tal propósito, mientras Isilme y yo pasamos juntas lo que quedaba de noche, no sabíamos si esa sería la única vez que podríamos estar juntas.
No puedo decir que fue una noche feliz, sino más bien triste y rápida, el tiempo parece confabularse en nuestra contra cuando no deseamos que pase y tuvimos la sensación de que apenas habían pasado unos minutos cuando la aurora empezó a despuntar sobre el horizonte y Isil reapareció ante nosotros y nos habló:
"A pesar de que mi señora esta muy enfadada por la ofensa cometida contra ella entiende que ninguno de vosotros es el culpable de la misma y no sería justo que tuvierais que pagar por ello"
Esas primeras palabras nos hicieron palpitar el corazón con esperanzas renovadas. Isil continuó:
"Por otro lado quiere que entendáis que debe ser recompensada por el agravio infringido para que el castigo quede en la memoria colectiva como un aviso perenne y claro, ninguna ofensa contra ella quedará impune, ni ahora ni en el futuro"
Apenas podíamos respirar y mucho menos a hablar, unos de nuestros sabios preguntó:
"Así pues, ¿Cual ha decidido vuestra señora que sea dicho castigo?"
"Esta criatura que ha nacido bajo los primeros rayos de la luna de la noche de san Juan le pertenecerá y estará al servicio de la noche y a partir de este momento, fuera cual fuese su nombre pasará a llamarse Isilme que como bien sabéis significa
luz de luna "
Todos dejamos ir un grito de horror, pero Isil levantando una mano para cortar nuestras protestas continuó:
"En un principio este castigo iba a ser para toda la eternidad, pero como os he dicho mi señora entiende que no debe excederse en su furia, por lo que la pena podrá ser conmutada y vuestra hermana podrá ser liberada dentro de un tiempo estipulado y siguiendo unas pautas también marcadas"
Nos miró a todos los presentes antes de continuar:
"Isilme le pertenecerá por completo durante los próximos dos años, tiempo durante el cual sólo podréis verla, si así lo deseáis, la noche de san Juan dado que es la noche de las hadas y las criaturas pueden ir y venir a su antojo pero con el alba deberá regresar con nosotros.
A partir del tercer año podrá ser liberada por su onóna, y sólo por ella, y tendrá un tiempo limitado para hacerlo, por supuesto eso deberá ocurrir durante la citada noche pues es el único momento del año en que los hechizos pueden romperse.
La primera noche dispondrá de una hora para hacerlo, si no lo consigue al año siguiente se le añadirá una hora más y así sucesivamente hasta completar las nueve horas que dura la noche de san Juan, de manera que cuanto más tiempo pase más posibilidades tendrá de romper el hechizo.
Despediros ahora de vuestra hermana, el sol está próximo a salir y debemos partir"
_ ¡Esperad !_ Grité_ No nos habéis dicho que tengo que hacer para romper el hechizo.
"Dentro de dos años os será revelado, por ahora es todo cuanto necesitáis saber"
Dicho esto nos apremió para despedirnos de Isilme y luego desaparecieron las dos.
Los pequeños se habían quedado mudos de asombro y un poco asustados, pero como siempre Prímula fue la primera en reaccionar:
_ ¡Caray! ¡Que mala pata!, pero bueno menos mal que os dio la oportunidad de recuperar a tu hermana ¿no?, ¿lo has hecho? ¿has podido romper el hechizo?
Ankale negó con la cabeza:
_ Todavía no, por eso estoy aquí para pediros vuestra ayuda y volver a intentarlo una vez más esta noche.
_ ¡Claro que sí!_ Exclamaron todos a la vez_ ¡Pídenos lo que quieras, ¿qué tenemos que hacer' ¿que necesitas?
_ Es algo muy sencillo pero no fácil de conseguir, lo he buscado por muchas partes pero siempre llego tarde y se me escapa por poco.
_ Bueno_ Azuzó Diandra impaciente_ Dinos que es.
_ Un trébol de cuatro hojas.
_ ¿Sólo eso?,¿Un simple trébol?_ Preguntó Caulo con incredulidad.
_ Sólo eso, con él y pronunciando las palabras que rompen el hechizo mientras lo quemo en la hoguera mi hermana quedará libre para volver con nosotros.
_ Pues no tiene que ser muy difícil encontrar un trébol, vamos digo yo_ Apuntó Betulus.
_ Seguro que tiene que haberlos a porrillo_ Añadió Prímula.
Ankale sonreía con un punto de amargura.
_¿ Creéis que si fuera tan fácil no lo habría encontrado ya después de tanto tiempo?
Los pequeños la miraban sin entender donde estaba el problema y porqué era tan difícil encontrar un simple trébol, ¡ que tontería! Todos ellos estaban cansados de ver tréboles por todas partes.
Esta vez fue Nicodemus quien tomó la palabra:
_ Veréis, los tréboles son una planta muy común en casi todos los bosques, eso lo sabemos todos, pero supongo que os habréis fijado en que siempre tienen tres hojas, de ahí su nombre que originariamente en latín significa exactamente eso: tres hojas, por eso los tréboles de cuatro hojas son algo único, excepcional y mágico, y como todo lo que tenga que ver con la magia no es fácil de encontrar pues tiene sus condiciones y limitaciones, en el caso que nos ocupa el problema está, no sólo en su rareza y escasez, cosa que los hace buscados y deseados, si no también en la brevedad de su florecimiento y, lo más complicado, quien los cultiva.
_ ¿Quieres decir que no crecen como los demás tréboles en cualquier parte? ¿son cultivados de manera especial?
_ Bueno...sí, se podría decir algo así_ Continuó el gnomo_ No se si lo sabéis pero los cuidadores y encargados de cultivar los tréboles son unos duendes procedentes de Irlanda llamados leprechauns, el trébol es el emblema de su país y ellos tienen el deber y el honor de cultivarlos. Además de eso su principal trabajo es el de arreglar zapatos. En torno a ellos hay muchas leyendas sobre ollas con monedas oro escondidas en algún lugar que sólo ellos saben pero que nunca nadie ha conseguido encontrar porqué otra de sus peculiaridades es que si alguien posa la vista sobre ellos se quedan inmóviles y en cuanto te descuidas desaparecen, de manera que es muy difícil contactar con alguno de ellos. Pero el caso que nos interesa ahora es que ellos son los responsables de que cada noche de san Juan florezcan los tréboles de cuatro hojas, durante los primeros cinco minutos de esa noche tienen el don de convertir los tréboles normales en tréboles de cuatro hojas pero sólo si alguien se lo pide, pasado ese tiempo las plantas vuelven a su estado natural, para conseguir que un leprechaun te de un trébol de cuatro hojas debes conseguir hacerte amigo suyo o por lo menos inspirarle la suficiente confianza para que no desaparezca, y eso es un problema.
_ ¡Vaya! ¡No tenía ni idea eso!_ Exclamó Diandra y los demás asintieron con la cabeza.
_ ¿Veis ahora como no es tan fácil?_ Preguntó Ankale.
_ El primer paso es encontrar el lugar donde crecen los tréboles.
_ Bueno, eso no parece difícil_ Apuntó Betulus.
_ Y no lo es_ Repuso Nicodemus_ Pero hay que tener cuenta otra cosa más.
_ ¿Cual? _ preguntaron a coro.
_ Estamos hablando de la noche de san Juan, la noche mágica, la noche en que todas las criaturas, bondadosas o malvadas andan sueltas y de estas últimas hay unas en especial que me han dificultado la labor todos estos años_ Continuó Ankale_ Los Nulke son unos duendes perversos cuya única misión es destruir todos los tréboles de cuatro hojas que encuentren a su paso, los Leprechaun les temen y ante la más mínima sospecha de su presencia desaparecen y con ellos la oportunidad de conseguir el preciado trébol de cuatro hojas, ese ha sido mi mayor obstáculo todos estos años, hasta ahora no he conseguido hablar con ningún leprechaun, los Nulke son numerosos y rápidos y siempre me ganan por mano.
_ Por eso hemos pensado que quizá entre todos podamos ayudarla_ Continuó Nicodemus, seguro que cualquiera de vosotros ha visto tréboles por el bosque, yo mismo conozco unos cuantos lugares en los que florecen, pero nunca he tenido la ocasión de toparme con un leprechaun, tal vez alguno de vosotros sí y eso nos serviría de mucha ayuda, decid ¿conocéis a alguno por casualidad?
_ ¿Como son los leprechauns? _ Preguntó Lila que había estado escuchando en silencio muy atenta.
_ Básicamente como cualquier otro duende con la única característica particular que siempre van vestidos de verde para camuflarse con el paisaje del bosque.
_ Uhmmm, entonces creo que sé donde podemos encontrar uno.
_ ¡¿De veras?!_ Preguntó esperanzada Ankale_ ¿Y puedes llevarnos hasta allí?
_ Supongo que sí.
_ Espera un momento_ Medió Nicodemus_ Sí vamos todos nosotros el duende desaparecerá, recuerda que son muy desconfiados, será mejor que vaya Lila ya que al parecer le ha visto en otras ocasiones y trate de conseguir el trébol, ¿No te parece Lila?
El hadita ladeó la cabeza mientras pensaba unos instantes antes de contestar:
_ Bueno, la verdad es que sí es un poco desconfiado, me ha costado varios intentos conseguir que hablara conmigo, pero creo que si se lo pido me lo dará.
_ Entonces no perdamos tiempo, la hora avanza y pronto llegará la medianoche, sería conveniente que estuvieras allí en el preciso momento en que empiecen a tocar las doce, recuerda que sólo tienes cinco minutos para conseguirlo y los Nulke no andarán muy lejos_ Puntualizó Nicodemus.
_ ¡Jo! No es justo_ protestó Betulus dejando salir el guerrero que llevaba dentro_ A mí también me gustaría ir.
_ ¡Anda este! Y a todos_ Exclamó Prímula
_ Bueno, bueno, haya paz_ Medió el gnomo_ Lo importante ahora es conseguir la planta, anda Lila ve y haz cuanto puedas.
La pequeña miró a Ankale y le dijo:
_ Ven conmigo creo que si te escondes hasta que yo le haya contado todo podrás pedírselo tú misma, es lo justo.
Ankale se puso en pie rápidamente y ambas partieron sin perder más tiempo.
Los demás se quedaron impacientes sentados alrededor de la hoguera.
Caminaron en silencio durante un rato hasta que Lila preguntó:
_ ¿Hace mucho tiempo que intentas liberar a tu hermana?
_ Este es el tercer año que lo intentó, hasta ahora no había podido encontrar a nadie que conociera a un guardián de los tréboles, me encontré con Nicodemus por casualidad y me animó a venir aquí esta noche, estaba convencido de que alguno de vosotros podríais ayudarme y debo admitir que tenía razón.
Ankale la miró con una amplia sonrisa esperanzada, a la que Lila respondió de igual modo.
Cuando llegaron cerca de un grupo de árboles altos y recios el hadita indicó a Ankale que permaneciera allí quieta y sin hacer ruido hasta que ella la llamase, así lo hizo mientras Lila continuaba caminado hacía el claro que había entre los árboles.
El suelo estaba cubierto de setas y de tréboles, una alfombra verde de dichas plantas se extendía en todas direcciones.
No parecía que hubiera nadie por allí, pero eso era algo habitual, Lila lo sabía bien, el duendecillo solía aparecer cuando menos se lo esperaba y siempre de forma repentina.
_ Hola pequeño Tim, ¿donde estás? Soy yo Lila.
Nada, el silencio y la quietud eran absolutos, pero al darse la vuelta de repente se lo encontró sentado sobre una seta con un trébol en la mano, como solía hacer habitualmente:
_ ¡Hola Lila!_ Saludó alegremente_ No te esperaba por aquí esta noche, suponía que estarías con tus amigos celebrando bailes y pidiendo deseos junto a una hoguera.
_ Hola pequeño Tim, bueno sí ese era el plan pero precisamente estoy aquí porque uno de mis amigos necesita algo y creo que tu puedes ayudarme a conseguirlo.
_ Tu dirás.
El hadita empezó a contarle la historia al pequeño Leprechaun, quien la escuchó muy atentamente y sin dejar de sonreír ni un instante, cuando acabo éste permaneció callado en la misma actitud, la pequeña le preguntó impaciente.
_ ¿Y bien?_ ¿Puedes ayudarme? ¿Puedes darme un trébol de cuatro hojas?
El duende aguardó unos instantes antes de responder mientras miraba y jugueteaba con el trébol que tenía en su mano.
_ Lo siento pero yo no puedo hacer eso.
Lila le miró con los ojos muy abiertos y a punto de enfadarse:
_¿Por qué no? Según tengo entendido vosotros sois los guardianes y creadores de esas plantas, ¿donde esta el problema? ¿Acaso no me crees?
El pequeño alzó su mano para que ella no siguiera enfadándose y con su eterna sonrisa continuó:
_ He dicho que yo no puedo hacerlo, soy demasiado joven aún y no tengo desarrollados ni permitidos todos mis poderes, pero conozco a alguien que sí puede.
La esperanza volvió a brillar en los ojos de la pequeña.
_¡Estupendo! Pues vamos a buscarle, pronto será medianoche y ese es el momento indicado para pedir el deseo.
Pequeño Tim asintió con la cabeza y desapareció sin decir nada, cosa que dejó a Lila confusa y sin entender nada de lo que estaba pasando.
Apenas se había recobrado de la sorpresa de la desaparición de su amigo cuando éste volvió a aparecer y esta vez traía a alguien más con él.
Era un duende un poco más alto y con una larga y poblada barba de aspecto tan risueño y feliz como el de pequeño Tim.
_ Éste es mi maestro el señor O'Malley, ésta es Lila, desea pediros una cosa maestro_ Presentó respetuosamente el duende.
_ Hola pequeña Lila, decirme deberás cual tu deseo es y si pertinente fuera con gusto lo cumpliré.
Tenía una forma de hablar muy peculiar, como si recitara un poema.
_ Necesito un trébol de cuatro hojas.
_ Saber necesitaré en que será utilizado, ¿El bien con él haréis?
_ Para romper el hechizo que retiene a un hada contra su voluntad y que pueda reunirse con su familia de nuevo y para siempre.
_ Uhmmm, buen motivo me parece para vuestra petición conceder, ¿sois vos pequeña dama quien lo debe romper?
_ No, en realidad debe hacerlo su hermana, ella está escondida aquí cerca esperando mis noticias, le dije que esperara por sí os asustabais de ella y no os dejabais ver, por eso me adelante yo sola, pequeño Tim y yo ya nos conocemos y pensé que conmigo sí querría hablar, por favor, es muy importante para ella.
El duende la miró complacido
_ Sin duda alguna lo es, decidle pues que se acerqué y lo demandado le entregaré.
La pequeña no se hizo de rogar y en apenas unos instantes estuvo de regreso con Ankale, el hada saludó con una respetuosa inclinación al Leprechaun mientras hablaba:
_ Os agradezco de veras que hayáis aceptado escuchar mi petición señor O'Malley.
_ Tan noble y justo motivo no puede ser desoído, al punto os entregare aquello que habéis pedido, esperar deberéis a que las doce sean dadas, con la última campanada su poder despertará y hasta el alba durará, con la luz de la mañana lo que fue ya no será y convertido en polvo dorado con el viento marchará.
El duende se inclinó y mientras murmuraba unas palabras en una lengua que ninguna de las dos hadas pudieron entender arrancó uno de los muchos tréboles que alfombraban el suelo mientras pasaba la mano suavemente por encima de sus hojas, estas se estremecieron y con una ligera sacudida una cuarta hoja hizo su aparición, luego con una graciosa reverencia se la ofreció a Ankale con estas palabras:
"Un trébol mágico os doy,
con él libre quedará
quien por hechizo preso está,
si es el bien el que os guía
recompensados seréis,
más si fuese la codicia
muy caro lo pagaréis."
Ankale tomó entre sus manos la preciada planta y la miró con incredulidad, ¡al fin podría liberara a su hermana!
Hizo una profunda reverencia ante el duende y le dijo:
_ No hallo palabras que alcancen a expresar la enorme gratitud que siente mi corazón hacia vos, yo y todo mi pueblo os deberemos eterna gratitud por lo que habéis hecho por mí y por mi hermana, espero poder algún día hacer algo por vos que esté a la misma altura, os reitero mi infinito agradecimiento.
El duende seguía sonriendo como parecía ser su pose habitual y sin darle más importancia al tema las conminó a marcharse:
_ Acepto con regocijo vuestro agradecimiento, más no perdáis ni un momento, los perversos duendecillos de llegar a punto están, id ya sin más dilación y con premura y acierto cumplid con vuestra misión.
_¡ Hasta pronto Lila! _ Se despidió pequeño Tim
_ Adiós y gracias también a ti_ Respondió el hadita y sin perder ni un segundo más ambas se marcharon, en cuanto se dieron la vuelta ambos leprechaun desaparecieron.
Corriendo más que andando llegaron en apenas unos minutos a casa de Nicodemus, todos las estaban esperando impacientes, deseosos de saber si habían tenido éxito.
Apenas tuvieron tiempo de explicar nada pues la medianoche estaba a punto de caer y no podían perder ni un sólo instante.
Nicodemus echó un vistazo a su curioso reloj de bolsillo, una dorada y reluciente maquinaria incrustada con maestría y habilidad en una concha marina, de esfera nacarada y agujas de coral que marcaba la hora con una precisión al segundo:
_ Faltan apenas cinco minutos para la medianoche, ¿tienes todo cuanto necesitas Ankale?
_ Sí, aquí está el trébol y tengo memorizadas las palabras que rompen el encantamiento, sólo hace falta que llegue el momento.
Guardaron todos silencio y aguardaron con aire circunspecto a que sonara la hora.
Apenas las dos saetas se unieron sobre las doce del reloj de Nicodemus cuando el trébol que sostenía Ankale en la mano adquirió un intenso y brillante color verde mientras un halo plateado lo envolvía. Casi al mismo tiempo un enorme jirón de nube apareció sobre la hoguera y poco a poco se fue disipando hasta dejar ver una figura. Era muy parecida a Ankale pero tanto su ropa como su pelo eran negros como la noche, sin duda debía ser Isilme.
_¡Ankale!_ Exclamó
_¡ Isilme! ¡Al fin he conseguido el trébol, ya puedo romper el hechizo!
_ Pues no perdamos más tiempo.
Todos los pequeños miraban a ambas hadas con las bocas abiertas y ojos desmesurados, ¡eran tan bellas cada una a su manera! que no podían apartar la vista.
Ankale se acercó a la hoguera y sosteniendo el trébol entre ambas manos empezó a pronunciar una retahíla de palabras en una lengua desconocida para ellos.
_ "Ilye tier unduláve lumbale, nan sí elen síla
lúmenn'omentienvo"
_ ¿Alguien sabe que ha dicho?_ Preguntó Prímula extasiada.
_ Ni la más remota idea, pero suena muy bonito, parece una canción_ Replicó Caulo.
_ "Una profunda obscuridad ahogó todos los caminos, pero ahora una estrella brilla sobre la hora de nuestro encuentro"_ Explicó Nicodemus.
_¡Hala! ¡Ya lo decía yo que sonaba bonito!.
Una vez hubo pronunciado esas palabras dejo caer el trébol dentro de la pira y al momento unas llamaradas plateadas se alzaron con fuerza y una explosión de luz blanca lo llenó todo, y envolvió en ella a Isilme.
Todos contemplaban la escena con cierto temor, confiaban en que todo saliera bien, pero la verdad es que daba un poco de miedo.
Cuando la luz blanca se disipó la figura que dejo ver era muy distinta, ahora sí se parecía en todo a Ankale: el hechizo estaba roto.
Las hadas se abrazaron alborozadas y felices de estar por fin juntas para siempre, también los pequeños se abrazaban y reían locos de alegría, habían sido testigos de un hecho extraordinario y hermoso y estaban muy contentos de que todo hubiera acabado bien.
Ankale se volvió pletórica de felicidad hacia sus nuevos amigos y les dijo:
_ Querido Nicodemus, queridos amigos, mi agradecimiento será por siempre infinito, gracias a vuestra ayuda por fin mi onóna podrá regresar con los suyos y permanecer en su hogar, el lugar al que pertenece, permitid que os la presente.
Con su mano invitó a su hermana a dar un paso al frente para que todos pudieran verla mejor.
Realmente era tan hermosa como Ankale y ambas irradiaban una hermosa luz dorada que las envolvía .
_ Os presento a mi querida hermana, a partir de este momento será llamada Aure, cuyo significado es luz del sol,exactamente lo opuesto al nombre por el que, por imposición y por causa totalmente ajena a nuestra voluntad, era conocida hasta el día de hoy.
_ Os saludo a todos queridos amigos_ su voz era tan suave y melodiosa como la de Ankale y sus movimientos igual de armoniosos que los de su hermana_ Sea cual sea el papel que hayáis tenido en mi liberación permitidme que yo también os dé las gracias, no sabéis cuanto ansiaba que llegase este momento.
_ ¡Hola Aure, yo soy Prímula y esta es Caléndula, nosotras también somos ónoni! ¿Lo he dicho bien Ankale?
Todos rieron con gusto al escuchar las palabras de la pequeña, incluida su hermana, que por esta vez no la riñó, estaba demasiado contenta para ello.
_ Sí, Prímula, perfectamente_ Contestó el hada con una amplia sonrisa que la embellecía todavía más si eso era posible.
_Bueno bueno_ Intervino Nicodemus_ No olvidemos que hoy es noche de celebración y fiesta y nosotros tenemos un motivo muy especial para estar alegres así que divirtámonos, pensad que noche de san Juan sólo hay una al año.
_ Eso, eso_ Dijeron todos muy contentos_ ¡Fiesta,fiesta!
Nicodemus sacó más bebida y comida pues los pequeños parecían volver a estar hambrientos y todos cantaron, hicieron diferentes rituales sanjuaneros, bailaron, Isilme contó algunas historias que a todos encantaron y así hasta bien entrada la madrugada.
Fue una noche de San Juan única y memorable, como suelen serlo siempre, todos estaban felices y risueños y no querían que la noche acabara, pero el cansancio y el sueño vencieron a algunos de los duendecillos más jóvenes que se quedaron dormidos en el regazo de alguien.
El bosque resplandeció durante la breve noche con luces plateadas que salían de todos los rincones, los ruidos, las canciones, los bailes, llenaron cada uno de los recovecos de los caminos que lo surcaban, el fuego áureo de las hogueras iluminó el cielo nocturno de Junio mientras grupos de hadas, duendes, elfos y cuantos seres feéricos podáis imaginar correteaban por él, hasta que las primeras luces del nuevo día disiparon el aura mágica que lo envolvía y la normalidad volvió a reinar en todas partes.
Tan sólo algún que oro duendecillo dormido sobre los arbustos o entre las raíces de un árbol denotaba la gran noche que habían vivido.
Nicodemus se sentía feliz cuando se despidió de sus dos amigas:
_Espero volver a veros pronto_ Les dijo_ Sabéis que siempre seréis bienvenidas a estos lares.
_ Gracias de nuevo por todo, vendremos a veros, os lo prometemos_ Dijo Ankale
_ Desde luego que sí_ Añadió Aure.
Se despidieron con un fuerte abrazo y mientras ellas desaparecían en cielo matutino Nicodemus miró a su alrededor, los rastros que había dejado la fiesta eran bien visibles, pero se sentía demasiado cansado para hacer nada en aquel momento.
_Bueno_ Se dijo a si mismo_ No hay ninguna prisa, así que voy a descansar unas horas y luego ya lo limpiaré todo.
Estaba ya con un pie en el umbral de su casa cuando una vocecita le llamó, Caulo acababa de despertarse:
_ ¿Ya está listo el desayuno?_ Preguntó con voz somnolienta_ ¡Me muero de hambre!
¡Caray con aquellos peques! ¡Siempre pensaban en comer! En fin, ya descansaría más tarde.